25 de septiembre de 2024
Libro recomendado: Piense y hágase rico (Napoleon Hill) #DoctorHosting
El Doctor Hosting siempre está buscando formas de forrarse haciendo lo mínimo posible. Por eso se ha leído ‘Piense y hágase rico’, de Napoleon Hill (nada que ver con Bonaparte).
Para abrir boca, nada mejor que recopilar las 6 maneras de convertir los deseos en oro que propone el autor: “El método por el cual el deseo de riquezas puede ser transmutado en su equivalente financiero, consiste en seis pasos definidos y prácticos, a saber”:
- Primero: fija en tu mente la cantidad exacta de dinero que deseas. No basta con decir «quiero mucho dinero». Define la cantidad.
- Segundo: determina exactamente lo que piensas dar a cambio del dinero que deseas. (No existe el «algo a cambio de nada»).
- Tercero: fija una fecha concreta para obtener el dinero que deseas.
- Cuarto: elabora un plan definido para llevar a cabo tu deseo y comienza de inmediato, estés o no preparado, a ponerlo en práctica.
- Quinto: escribe una declaración clara y concisa de la cantidad de dinero que pretendes adquirir, indica el plazo para su adquisición, declara lo que pretendes dar a cambio del dinero y describe claramente el plan mediante el cual pretendes acumularlo.
- Sexto: lee tu declaración escrita en voz alta, dos veces al día, una justo antes de acostarte y otra al levantarte por la mañana. Mientras lees, ve, siente y cree que ya estás en posesión del dinero.
“La falta de persistencia es una de las principales causas de fracaso”, asegura el autor, asegurando que la experiencia con miles de personas ha demostrado que la falta de persistencia es una debilidad común a la mayoría de los hombres: “Es una debilidad que puede superarse con esfuerzo. La facilidad con la que se puede vencer la falta de persistencia dependerá totalmente de la intensidad del propio deseo.
Como ejemplo una anécdota del propio hijo de Napoleon Hill, que nació con problemas auditivos. Cuando tenía 7 años dio las primeras muestras de que el método de atender su mente estaba dando frutos. Durante varios meses suplicó por el privilegio de vender periódicos, pero su madre no daba su consentimiento al proyecto. Finalmente, tomó cartas en el asunto. Una tarde, cuando se quedó en casa con los criados, trepó por la ventana de la cocina, se tiró al suelo y se puso en marcha. Pidió prestados 6 céntimos de capital al zapatero del barrio, los invirtió en periódicos, vendió, reinvirtió y siguió repitiendo hasta bien entrada la noche. Después de cuadrar sus cuentas y devolver los 6 céntimos que le había prestado su banquero, obtuvo un beneficio neto de 42 céntimos: “Cuando llegamos a casa aquella noche, lo encontramos en la cama dormido, con el dinero fuertemente apretado en la mano. Su madre le abrió la mano, le quitó las monedas y se echó a llorar. ¡Vaya cosa! Llorar por la primera victoria de su hijo parecía tan inapropiado. Mi reacción fue la contraria. Me reí con ganas, porque sabía que mi esfuerzo por sembrar en la mente del niño una actitud de fe en sí mismo había tenido éxito. Su madre vio, en su primera aventura empresarial, a un niño sordo que había salido a la calle y arriesgado su vida para ganar dinero. Yo vi a un pequeño empresario valiente, ambicioso y autosuficiente, cuya confianza en sí mismo había aumentado un cien por cien, porque se había lanzado a los negocios por iniciativa propia, y había triunfado. La transacción me complació, porque sabía que había dado pruebas de un rasgo de ingenio que le acompañaría toda la vida”.
Por último, Napoleon Hill nos aconseja: “Recuerda que no gana el abogado que más sabe de Derecho, sino el que mejor prepara su caso. Si su «caso» está bien preparado y presentado, su victoria estará más que medio ganada desde el principio”.
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