Cómo ganar amigos e influir sobre las personas (Dale Carnegie) #DoctorHosting

Cómo ganar amigos e influir sobre las personas (Dale Carnegie) #DoctorHosting

El Doctor Hosting siempre está buscando dirigir a sus equipos con más eficiencia, por eso te recomienda leer ‘Cómo ganar amigos e influir sobre las personas’ de Dale Carnegie, un libro que tiene casi un siglo pero del que se pueden acceder lecciones actuales.

 

“El único medio de que disponemos para influir sobre el prójimo es hablar acerca de lo que él quiere, y demostrarle cómo conseguirlo”, asegura Dale Carnegie. Para ello nos ofrece unas reglas para lograr que los demás piensen como:

  • REGLA 1 -> La única forma de salir ganando en una discusión es evitándola.
  • REGLA 2 -> Demuestre respeto por las opiniones ajenas. Jamás diga a una persona que está equivocada.
  • REGLA 3 -> Si usted está equivocado, admítalo rápida y enfáticamente.
  • REGLA 4 -> Empiece en forma amigable.
  • REGLA 5 -> Consiga que la otra persona diga «sí, sí», inmediatamente.
  • REGLA 6 -> Permita que la otra persona sea quien hable más.
  • REGLA 7 -> Permita que la otra persona sienta que la idea es de ella.
  • REGLA 8 -> Trate honradamente de ver las cosas desde el punto de vista de la otra persona.
  • REGLA 9 -> Muestre simpatía por las ideas y deseos de la otra persona.
  • REGLA 10 -> Apele a los motivos más nobles.
  • REGLA 11 -> Dramatice sus ideas.
  • REGLA 12 -> Lance, con tacto, un reto amable.

 

 

Carnegie nos aconseja evitar la palabra ‘pero’ para que la otra persona no se tome el comentario como una crítica. En vez de decir: “Estamos realmente orgullosos de ti, Johnnie, por haber mejorado tus notas este mes. Pero si te hubieras esforzado más en álgebra, los resultados habrían sido mejores todavía”, es mejor decir: “Estamos realmente orgullosos de ti, Johnnie, por haber mejorado tus notas este mes, y si sigues esforzándote podrás subir las notas de álgebra al nivel de las demás”. Y es que para Carnegie una de las virtudes más descuidadas es la apreciación, que es lo que más les agrada a los niños, ya sea cuando trae buenas notas o logran hornear una tarta. Y también les gusta a los adultos: “La próxima vez que usted disfrute de una buena cena en su club, mándele sus felicitaciones al chef, y cuando un vendedor fatigado le muestre una cortesía inusual, no deje de agradecerla”.

 

 

A la hora de cambiar la actitud de los empleados hay que buscar un incentivo en vez de ser autoritarios. El autor cuenta que una estación de servicio de Shell estaba en tan mal estado que las ventas declinaban significativamente. La administraba un hombre mayor, muy reticente a mejorarla. La solución fue llevar al administrador a la gasolinera Shell más nueva de la zona. El hombre quedó tan impresionado por las instalaciones de la nueva estación que limpió y pintó la suya, por lo que las ventas volvieron a subir. “Nada hay que mate tanto las ambiciones de una persona como las críticas de sus superiores. Yo jamás critico a nadie. Creo que se debe dar a una persona un incentivo para que trabaje. Por eso siempre estoy deseoso de ensalzar, pero soy remiso para encontrar defectos”.

 

George B. Johnston era el coordinador de seguridad de una compañía de construcción, y no conseguía que los obreros trabajaran con cascos ni aunque lo ordenase: “Decidió probar un método diferente, y cuando volvió a encontrar un obrero sin el casco, le preguntó si el casco le resultaba incómodo o no le iba bien. Después le recordó, en tono amistoso, que su misión era protegerlo de heridas, y le sugirió que lo usara siempre que estuviera en la obra. El resultado de esta actitud fue una mayor obediencia a las reglas, sin resentimientos ni tensiones emocionales”.

 

 

El autor recoge una cita de James V. McConnel, que fue psicólogo de la Universidad de Michigan: “La gente que sonríe tiende a trabajar, enseñar y vender con más eficacia, y a criar hijos más felices”. Carnegie indica que incluso las compañías de teléfono de Estados Unidos lo promovían: “Sugieren que uno sonría cuando habla por teléfono. Su ‘sonrisa’ es transmitida, por la voz, al interlocutor”.

 

 

“Bien, escuche. Yo pienso de otro modo, pero quizá me equivoque. Me equivoco con tanta frecuencia… Y si me equivoco, quiero corregir mi error”, es lo que sugiere Carnegie que debemos decir aunque sepamos que alguien está errado: “Nadie en el mundo o fuera de él objetará nada si usted dice: Quizá me equivoque. Examinemos los hechos”.

 

 

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