Libro recomendado: La semana laboral de 4 horas (Tim Ferriss) #DoctorHosting

Libro recomendado: La semana laboral de 4 horas (Tim Ferriss) #DoctorHosting

El Doctor Hosting siempre está buscando cómo producir más con menos esfuerzo, por eso te recomienda el libro ‘La semana laboral de 4 horas’ de Tim Ferriss (traducido por Josep Escarré Reig).

“1998. Después de que cuatro lanzadores de peso le pateen la cabeza a un amigo, dejo de hacer de portero matón en las fiestas, el trabajo mejor pagado del campus, y monto un cursillo de lectura rápida. Empapelo el campus con cientos de horrendos carteles verde fosforito que rezan: «¡Triplica tu velocidad de lectura en 3 horas!». Los típicos alumnos de Princeton proceden a escribir «Y una mierda» en todos ellos. Vendo 32 plazas a 50 dólares cada una por el curso de 3 horas y 533 dólares por hora me convencen de que buscar un mercado antes de idear un producto es más inteligente que lo contrario”, así describe el autor cómo empezó a maquinar sus negocios desde otra perspectiva a la habitual.

 

 

Al año siguiente decidió participar en los Campeonatos Nacionales Chinos de kickboxing. ¡Se preparó sólo durante un mes y ganó la medalla de oro! Y no fue por ser muy bueno dando puñetazos y patadas, sino porque buscó vacíos legales en las reglas y encontró dos:

  1. Se pesaba a los participantes la víspera del campeonato: utilizando técnicas de deshidratación perdió 14 kilos en 18 horas hasta que le pesaron (82 kilos), y luego se hiperhidrató hasta volver a los 96 kilos y medio. A la hora de luchar estaba tres categorías de peso por encima de sus competidores.
  2. Había un detalle técnico en la letra pequeña: si un combatiente se caía de la plataforma elevada 3 veces en una ronda, su oponente ganaba por incomparecencia del adversario. Ferriss decidió que esa sería su única estrategia y se limitó a empujar a la gente hasta tirarla abajo.

 

“¿Resultado? Gané todas mis peleas por fuera de combate técnico y me fui a casa con el campeonato nacional bajo el brazo, algo que el 99% de los participantes con entre 5 y 10 años de experiencia fueron incapaces de hacer. Pero, ¿empujar a la gente fuera del ring no es cruzar los límites de la ética? En absoluto… No significa más que hacer algo que no es habitual y que está más allá de las normas. La distinción que importa es la que existe entre las normas oficiales y las autoimpuestas”, comenta Tim.

 

 

“No te esfuerces por corregir tus debilidades; potencia tus fortalezas”, aconseja el escritor para multiplicar los resultados ayudándonos de nuestras fortalezas: A mí se me da fenomenal idear productos y pensar cómo promocionarlos, pero fatal hacer todo lo que viene después. Mi cuerpo está hecho para levantar objetos pesados y lanzarlos. Eso es todo”. Por ejemplo cuando se dedicaba a vender almacenamiento de datos descubrió que si hacía las llamadas de 8:00 a 8:30 de la mañana y de 6:00 a 6:30 de la tarde, en sólo una hora al día concertaba más del doble de citas que los directivos de ventas que llamaban de 9:00 a 17:00: “Me quitaba de encima a las secretarias”.

 

  

“Estar ocupado no es lo mismo que ser productivo. Olvídate del exceso de la ética de trabajar a destajo de los comienzos que la gente luce como una banda de honor y sé analítico. El principio del 80/20, conocido también como ley de Pareto, dice que el 80% de los resultados que deseas son producto del 20% de tus actividades o aportaciones. Una vez por semana, deja de apagar incendios durante una tarde y haz números para asegurarte de que estás dedicando tu esfuerzo a lo que más lo merece: ¿qué 20% de clientes/productos/ zonas produce el 80% de los beneficios? ¿Cuáles son los factores que explicarían esto? Invierte en duplicar el rendimiento de esas zonas fuertes en vez de tratar de mejorar las que no lo son”, recomienda Tim, poniendo un ejemplo de conversación real con un cliente:

  • Cliente: ¿Qué &#@$ pasa? Pedí dos cajas y han llegado dos días tarde. Sois el hatajo de idiotas más desorganizados con los que he trabajado. Tengo 20 años de experiencia en este ramo y esto es lo peor. [Nota: Había enviado el pedido a la persona equivocada a través del medio incorrecto, pese a que se le había recordado varias veces cómo hacerlo bien].
  • Tim Ferriss: Siento mucho oírlo. Ya sabe que llevo aguantando sus insultos hace un tiempo y desgraciadamente parece que no vamos a poder seguir trabajando juntos. Le sugiero que reflexione seriamente sobre cuál puede ser la causa de tanta infelicidad y enfado. En cualquier caso, le deseo lo mejor. Si desea hacer un pedido de producto, se lo serviremos encantados, pero sólo si puede comportarse sin blasfemar ni dirigirnos insultos innecesarios. Ya tiene nuestro número de fax. Mucha suerte y que tenga un buen día.

 

Ferriss hizo esto una vez por teléfono y otra por email, con lo que perdió a uno de los clientes pero el otro hizo examen de conciencia y se limitó a enviar pedidos por fax, una vez y otra y otra: “Problema resuelto, pérdida de ingresos mínima. En un momento era 10 veces más feliz”.

 

  

“Si la fase siguiente es algún tipo de investigación, llama a alguien que sepa la respuesta en lugar de perder demasiado tiempo buscando en libros o en internet, lo que puede provocarte parálisis por exceso de análisis”, o pide cita a un profesional. De hecho Tim propone en su libro varios retos anticomodidad, como llamar a un mentor superestrella potencial durante tres días (no enviar correos electrónicos hasta no haberlo intentado). Pone un ejemplo:

  • Interlocutor desconocido al teléfono: Acme Inc.
  • Tú: Soy Tim Ferriss. Quisiera hablar con John Grisham, por favor.
  • Interlocutor: ¿Puedo preguntarle de qué se trata?
  • Tú: Sé que esto puede sonar un tanto raro, pero estoy escribiendo mi primer libro y acabo de leer la entrevista que le ha hecho Time Out New York. Soy admirador suyo desde hace mucho y por fin he reunido el valor necesario para llamarle y pedirle consejo sobre un tema en concreto. No le llevará más de dos minutos. ¿Hay alguna forma de que pueda pasarme con él? Le agradecería muchísimo cualquier cosa que pueda hacer al respecto.
  • Interlocutor: Un segundo. Voy a ver si puede atenderle. [Dos minutos después] Le paso. Buena suerte. [Se oye cómo suena otra línea]
  • John Grisham: John Grisham al habla.
  • Tú: Hola, señor Grisham. Me llamo Tim Ferriss. Sé que esto puede sonar un tanto raro, pero estoy escribiendo mi primer libro y soy admirador suyo desde hace mucho tiempo. Acabo de leer la entrevista que le ha hecho Time Out New York y por fin me he armado de valor para llamarle. Llevo ya algún tiempo queriendo pedirle consejo sobre un tema en concreto. No serán más de dos minutos. ¿Puedo?
  • John Grisham:.. Vale. Dime. Tengo una llamada en unos minutos.
  • (al final de la llamada): Muchas gracias por ser tan generoso con su tiempo. Si tengo alguna vez una duda difícil —serán pocas veces—, ¿hay alguna posibilidad de que podamos seguir en contacto por correo electrónico?

 

Comentarios

3 comentarios

  1. leos says:

    me gusta mucho el articulo

Déjanos un comentario o cuéntanos algo.

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *