25 de septiembre de 2023
Libro recomendado: El arte de empezar 2.0 (Guy Kawasaki) #DoctorHosting
El Doctor Hosting siempre está empezando proyectos, pero por ahora sólo tiene éxito escribiendo en este blog. Por eso ha leído por segunda vez (no se acordaba de que lo había visto hace unos años) el libro ‘El arte de empezar 2.0: La guía definitiva para empezar cualquier negocio en un mundo 2.0’ de Guy Kawasaki.
“Las empresas de éxito suelen empezar, y alcanzar el éxito, con la contribución de al menos dos amigos del alma. Después, la gente suele reconocer a uno de los fundadores como el innovador, pero para que una nueva iniciativa funcione, hace falta un equipo”, comenta Kawasaki (que no tiene nada que ver con las famosas motos). Por eso Guy te aconseja compartir tus ideas, ya que lo complicado es implementarlas: “La única cosa peor que un emprendedor paranoico es un emprendedor paranoico que habla con su perro. Si discutes tu idea con la gente, ganarás muchas más cosas que perderás”. Así, si discutes tu idea y ves que es indefendible lo más seguro es que no tenga sentido: “Mi hipótesis es que cuanto más insiste un emprendedor en establecer un contrato de confidencialidad, menos viable es su idea. Después de pasar varias décadas trabajando con startups en Silicon Valley, jamás he tenido noticias de una compañía que robara una idea y luego la implementara bien”.
“El supuesto habitual es que, con el tiempo, los empleados deberían pasar a ocupar puestos directivos y dejar de ser simples empleados. Pero es un supuesto erróneo. Mucha gente debería seguir en su puesto de empleado, donde aprovecha y destaca gracias a sus puntos fuertes, mientras que algunos empleados podrían, y deberían, realizar una transición a puestos directivos”, avisa Kawasaki. De hecho, opina sobre las dos teorías al respecto de contratar nuevo personal:
1.- Encuentra el candidato que carezca de debilidades importantes (aunque carezca de puntos fuertes importantes): esta línea de razonamiento falla porque todo el mundo tiene debilidades importantes; es solo cuestión de averiguar cuáles son. Rendir bien en un área es duro de por sí; intentar encontrar gente que pueda hacerlo todo es misión imposible.
2.- Encuentra el candidato que posea puntos fuertes importantes (aunque tenga debilidades importantes): esta línea de razonamiento es la que se debe seguir. Un equipo con puntos fuertes importantes y diversos es lo que se necesita en los primeros tiempos, cuando hay pocas posibilidades de contratar mucho personal y el despido no tiene cabida. Los grandes triunfadores tienden a poseer puntos débiles importantes. La gente sin puntos débiles importantes suele ser mediocre.
“El test de compartir es el concepto más importante del marketing de redes sociales. Si la gente le da al botón «Me gusta» o «+1» después de leer nuestras publicaciones, eso es bueno. Pero si la gente añade comentarios, es estupendo. Son acciones similares a darle una propina a un camarero”, sostiene Guy. Para ello las publicaciones tienen que añadir valor a la vida de la gente, algo que lo proporcionan cuatro tipos de contenidos:
- Información: «¿Qué ha pasado?». Por ejemplo, el secretario de Defensa, Chuck Hagel, dijo que está abierto a revisar el papel de los transexuales en el ejército.
- Análisis: «¿Qué significa?». Por ejemplo, Mother Jones explica por qué el incidente del mordisco de la estrella uruguaya del fútbol, Luis Suárez, es un gran problema sanitario.
- Asistencia: «¿Cómo puedo hacerlo?». Por ejemplo, CNET explicó cómo funciona el envío de mensajes de texto al número de urgencias.
- Entretenimiento. «¡¿Qué demonios?!». Por ejemplo, cada año dos iglesias de Vrontados, Grecia, entablan una guerra de fuegos artificiales para celebrar la Pascua.
Guy Kawasaki comparte unas 50 publicaciones al día y muchas son repeticiones exactas de otras realizadas anteriormente: “Muy pocas personas o empresas se acercan a este nivel de actividad, pero mi experiencia dice que siempre y cuando lo que diga sea bueno, puedes compartir todas las publicaciones que te venga en gana. He confirmado mi afirmación de que más es más compartiendo cuatro tuits idénticos en el transcurso de dos días. Cada tuit contenía un enlace distinto a la misma historia”. Como se puede observar en la imagen anterior, el primer post publicado a las 19:41 obtuvo 1.300 clics, mientras que el último que se publicó a las 8:00 am fue pulsado 2.700 veces. Al sumar los 4 tuits se obtienen un total de 7.600 clics: “Y ahora un test de inteligencia: ¿prefieres tener 1.300 o 7.600 clics? ¿Prefieres arriesgarse a recibir quejas por publicar tuits repetidos y amenazas de dejar de seguir tus cuentas o conseguir 5,8 veces más clics? Yo prefiero lo último cada día del año”. Kawasaki asegura que quien se queje por el elevado volumen se acostumbrará o dejará de seguirte, y que lo que importa es el efecto neto: “Piensa que o te dedicas a construir una marca sumando seguidores y consiguiendo que la gente comparta tus publicaciones, o no. Si en los medios sociales no logras cabrear a nadie, es que no estás usándolos con la agresividad suficiente”.
El autor propone una serie de ejercicios, de los cuales el Doctor Hosting te sugiere que pruebes estos:
- Pon un temporizador durante un minuto. Explica a tus amigos a qué se dedica tu startup hasta que el tiempo se agote. Pídeles que anoten en un papel a qué se dedica tu startup. Recoge las respuestas y compáralas con lo que crees que has dicho.
- Imagínate que alguien decide pagarte 100 dólares por cada palabra que elimines de tu presentación. ¿Cómo quedaría esta?
- Prográmalo para el martes. Stephen Brand, profesor de emprendimiento en el Olin College of Engineering, defiende un concepto interesante que afirma que los martes por la mañana son el mejor momento para enviar mensajes de correo electrónico. Y dice que es así porque los martes la gente ya ha limpiado todo lo acumulado durante el fin de semana y no ha recibido todavía el aluvión del resto de la semana.
- Escribe en mayúscula la primera letra. Cometí un error cuando puse el nombre a una empresa de la que fui cofundador llamada garaje.com. Al dejar la G en minúscula, se hacía difícil distinguir el nombre de la empresa en un párrafo de texto. La pista visual que daba a entender que la palabra correspondía a un nombre no existía. Cabría pensar que alguien llamado guy (sic) tendría que saberlo de sobras. [Esto lo sabemos bien en Hostalia].
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